lunes, 4 de octubre de 2010

Romancín de desamor - III

I

Me dejaste una carta gélida y afilada
para ser cruel heraldo de tu despedida.
Del amor admiro la ardiente gallardía,
noches bajo tu sol, pasión desmedida,
nada queda más, tu cobardía ilimitada.

II

Tinieblas para mis días, cegada mi alma
por la luminaria del recuerdo de tu piel
danzando la dulce melodía de tu corazón.
Ya mi vida es un quebrado y vacío riel
como palmera que ciclón deja sin palma.

III

Tus palabras eran suave y candente caricia,
en deletéreo estilete quedan convertidas.
De tu apremiante pasión, el delicioso licor,
trocado ha en agrias lágrimas contenidas.
Sin ti, mi Camino será un yermo de sevicia.